27 abr 2010

MOTIVACIÓN PARA EL APRENDIZAJE: ¿LES MOTIVAMOS ADECUADAMENTE?

Tenemos algunos alumnos en clase con bajo rendimiento escolar, además parecen “vagos” y desinteresados. ¿QUÉ PODEMOS HACER?

Debemos considerar algunos aspectos que influyen en la motivación:
- El autoconcepto: un niño al que se le repita que es desordenado, terminará pensando que lo es y se comportará como tal, respondiendo así a una expectativa que se ha generado a partir de su conducta.Es importante que el niño conozca sus errores y limitaciones pero también lo es que descubra su capacidad para cambiar. El autoconcepto es el resultado de un proceso de valoración de la información recibida de la propia experiencia y de la opinión de las personas más cercanas, de ahí la importancia de que sea ajustado a la realidad y siempre positivo. Un niño con un buen autoconcepto tendrá también una autoestima elevada.

- La autoestima: Si nos sentimos seguros de nuestra capacidad y tenemos una buena opinión de nosotros mismos, seremos capaces de afrontar retos por difíciles que parezcan, es decir, nos sentiremos motivados para enfrentar las dificultades.

- Las emociones: son el componente afectivo de la motivación. La capacidad para regular nuestras emociones se encuentra también muy ligada a la motivación.

Hemos de tener en cuenta que la motivación nace de dentro de la persona, si bien es cierto que hay condiciones que favorecen su presencia, no lo es menos la necesidad de implicación personal para que pueda existir.
La motivación viene desde fuera en forma de estimulación pero es imprescindible que haya una predisposición positiva que haga posible que la estimulación se convierta, realmente, en motivación.

Algunas pautas para favorecer la motivación:
1. Despertar la curiosidad. Es de gran importancia que los aprendizajes tengan un valor significativo. En la medida que los contenidos propuestos puedan resultar cercanos al mundo del niño o puedan tener una aplicación práctica real tendrán un mayor valor motivacional.
2. Generar sensación de control. Es necesario que el niño tenga conciencia de su capacidad para desarrollar los aprendizajes que se le proponen.
3. Promover el sentido de la responsabilidad. Debemos poner a nuestros alumnos en la situación de ir creciendo madurativamente de acuerdo con las capacidades que le brinda su edad y momento de desarrollo.
4. Proponer metas con un grado moderado de dificultad. Una tarea excesivamente fácil pierde interés para el niño y le conduce al aburrimiento. Una tarea con dificultad excesiva puede hacerle sentirse superado y abandonar.
5. Favorecer el aprendizaje independiente. Es conveniente que los alumnos se enfrenten inicialmente de manera individual a la tarea planteada.
6. Proporcionar seguridad y apoyo. Es aconsejable que el niño sienta la presencia del adulto, en caso de encontrar dificultades, que le proporcione el andamiaje necesario para resolver la tarea con éxito.
7. Valorar el esfuerzo insistiendo en que los errores son parte del aprendizaje. El niño necesita ver recompensado su esfuerzo, por lo que los adultos tenemos que atender más al proceso que al resultado.
8. Enseñar a atribuir el éxito a variables controlables (el esfuerzo, la constancia, la ayuda del profesor) en vez de hacerla depender de variables inconsistentes como la suerte o la casualidad.
9. Insistir en lo positivo antes que criticar lo negativo ayudará al niño a sentirse competente para la realización de la tarea propuesta y le animará a intentar mejorar lo que todavía no ha conseguido.
10. Exigir de forma realista y comprensiva. Debemos ser conscientes de las posibilidades y capacidades de los niños y exigirles en consecuencia.
11. Intentar ser el mejor ejemplo para ellos. El mejor estímulo será siempre intentar ser un buen modelo de actitud al que puedan imitar.
12. Mantener una relación constante con la familia. Si tenemos en cuenta que familia y colegio perseguimos un objetivo común, la educación integral de nuestros alumnos, será muy positivo unir nuestras fuerzas y caminar en la misma dirección.

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