Muchas personas defienden el castigo porque consideran que realmente hay actitudes que no se pueden tolerar y, si se repiten de modo insolente, el castigo es la única manera de hacer entender lo que es importante. 
En cierto modo tienen razón, pero sólo de manera puntual. Las malas acciones, y sobre todo si las cometen los niños, suelen venir motivadas por un problema más crónico o duradero.
La travesura sólo es la punta del iceberg y el castigo, como hemos dicho, solo actúa sobre la parte más superficial.
Hay situaciones en que se entiende que es preciso detener una mala acción y hay lugares, como el colegio, en que hay muchos niños para un profesor. En este caso sería aceptable el castigo momentáneo como “medida de salvamento” y nunca como elemento educativo para a posteriori buscar la raíz del problema.
Muchos pensaréis que decir que en la escuela tampoco deberían castigar es permitir que los niños hagan lo que quieran. Nada más lejos de la realidad. Lo que hay que tratar de mostrar o explicar es que a los niños hay que educarles (sobre todo en casa) para que ellos mismos sean responsables de sus actos y personas autónomas que se res
peten a sí mismas y respeten a los demás.
Las cosas caen por su propio peso y los mismos niños, cuando hay diálogo y comunicación, acaban por ver que sus actos tienen consecuencias (buenas o malas), se dan cuenta que la vida realmente no es un camino de rosas y ven que hay momentos en que podrían haber hecho caso a papá o mamá (y momentos en que habría sido mejor no hacerles caso).

En cierto modo tienen razón, pero sólo de manera puntual. Las malas acciones, y sobre todo si las cometen los niños, suelen venir motivadas por un problema más crónico o duradero.
La travesura sólo es la punta del iceberg y el castigo, como hemos dicho, solo actúa sobre la parte más superficial.
Hay situaciones en que se entiende que es preciso detener una mala acción y hay lugares, como el colegio, en que hay muchos niños para un profesor. En este caso sería aceptable el castigo momentáneo como “medida de salvamento” y nunca como elemento educativo para a posteriori buscar la raíz del problema.
Muchos pensaréis que decir que en la escuela tampoco deberían castigar es permitir que los niños hagan lo que quieran. Nada más lejos de la realidad. Lo que hay que tratar de mostrar o explicar es que a los niños hay que educarles (sobre todo en casa) para que ellos mismos sean responsables de sus actos y personas autónomas que se res

Las cosas caen por su propio peso y los mismos niños, cuando hay diálogo y comunicación, acaban por ver que sus actos tienen consecuencias (buenas o malas), se dan cuenta que la vida realmente no es un camino de rosas y ven que hay momentos en que podrían haber hecho caso a papá o mamá (y momentos en que habría sido mejor no hacerles caso).
“Empezad la disciplina a temprana edad. Aclarad muy bien las reglas y reforzadlas de inmediato y con consistencia. Reforzad la obediencia con caricias y frases como: ¡Muy bien! ¡Qué bien lo has hecho! Y después de disciplinarlo, dile que le quieres y que lo haces por su propio bien”.
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